El Palacio de Aguas Corrientes en Buenos Aires: entre la higiene, el arte y la técnica

En un camino hacia la reducción de la pobreza, el crecimiento económico y la sostenibilidad ambiental, tanto las medidas hídricas como de saneamiento ocupan un rol fundamental demostrando la importancia del acceso a un recurso como el agua en la vida de las personas. En el marco del Día Mundial del Agua, que se celebra cada 22 de marzo, presentamos al Palacio de Aguas Corrientes de Buenos Aires, una de las máximas creaciones de la industria de fundición europea del siglo XIX fuera de Europa que combina arte y técnica en una obra única argentina declarada Monumento Histórico Nacional en 1989.

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vía Wikipedia user: Roberto Fiadone. Licencia bajo CC BY-SA 4.0. Autor de la imagen: Roberto Fiadone

Hacia 1871, la ciudad de Buenos Aires carecía de un sistema de aguas corrientes, cloacas y desagües pluviales que acompañara el gran crecimiento demográfico que estaba sucediendo, y donde una gran parte de la población todavía dependía del agua de rio proveniente de los aljibes y de los aguateros. A esta falta de infraestructura se le sumaron las epidemias de cólera y fiebre amarilla, las condiciones de hacinamiento y demás factores que llevaron al Gobierno a contratar a John Frederick La Trobe Bateman para realizar un plan sanitario para Buenos Aires, desarrollando, entre varias acciones, un gran depósito distribuidor para abastecer de agua a la ciudad.

El estudio del ingeniero Bateman estuvo a cargo del proyecto general mientras que el diseño arquitectónico exterior quedó en manos del arquitecto Olaf Boye, integrante de su oficina en Buenos Aires. La dirección de obras la realizó Carlos Nystromer y su construcción, las empresas de Antonio Devoto y de Rocchi y Cía.

Ese mismo año, comenzaron los diseños de este Gran Depósito Distribuidor de agua potable, que desde un principio se pensó como un tanque a 22 metros sobre el nivel del Rio de la Plata para abastecer a una población de 200.000 habitantes, calculando 181 litros diarios por persona. El agua filtrada en la Planta Recoleta, donde actualmente se encuentra el Museo Nacional de Bellas Artes, llegaba al depósito después de llenar la red de distribución. Funcionando como regulador de la red, el depósito sería entonces capaz de abastecerla en caso de que el consumo lo demandara. 

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vía Wikipedia user: Loco085. Licencia bajo CC BY-SA 3.0. Autor de la imagen: Leandro Kibisz

Pero ¿por qué construir un palacio para abastecer de agua a la ciudad? Aprobándose hacia 1886 e iniciando su construcción en 1887, la intención del Gobierno se centraba en levantar un monumento a la higiene pública, un verdadero monumento al agua potable que estuviera visible a los ojos de los ciudadanos. Su objetivo era presentar una obra “vistosa”, de aquellas que solo tenían lugar en las grandes capitales del mundo.

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El Palacio de Aguas Corrientes se enmarca dentro del eclecticismo historicista buscando combinar diferentes estilos históricos relacionados con la arquitectura francesa del Segundo Imperio y determinados modelos centroeuropeos como ser el antiguo Palacio de Justicia de Amberes en Bélgica.

Implantado en una zona muy elegante de la ciudad, en el barrio de Balvanera, y rodeado por jardines y una reja de hierro fundido, el edificio cuenta con una planta cuadrada de alrededor de 90 metros de lado y 20 metros de altura. Construido en ladrillos con paredes que oscilan entre 1,80 m de espesor en planta baja y 60 cm sobre el nivel del cornisamento superior, la volumetría se refuerza en sus esquinas con cuatro torres que sobresalen levemente de la misma forma que sobresalen los volúmenes que enmarcan los accesos desde el centro de cada fachada. Su planta baja se encuentra sobre elevada enfatizando el aspecto monumental y sus accesos se encuentran jerarquizados con pilares y arcos rebajados, siendo el principal el que presenta una cúpula central dominando el conjunto.

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Con respecto a su materialidad, en un principio, el encargo requería que los materiales fueran de origen local pero el proyectista decidió utilizar materiales importados para garantizar aquel tan deseado impacto visual. La estructura y la pizarra fueron traídos de Bélgica y Francia, mientras que las cañerías y el revestimiento terracota de Inglaterra. Se utilizaron un total de 170.000 piezas cerámicas y 130.000 ladrillos vitrificados para el revestimiento y se ejecutaron piezas especiales con los escudos de las catorce provincias de ese entonces, el Escudo Nacional y los de la Ciudad de Buenos Aires y Rosario, determinando con precisión su posición relativa sobre los ladrillos de las fachadas en los planos.

El uso de la terracota abarca toda la envolvente del edificio y aplicándose en diferentes texturas, colores y formas, colabora a acentuar la exuberancia ornamental y decorativa buscada. Las carpinterías de madera se realizaron con cedro de Paraguay mientras que la herrería fue provista por fundiciones escocesas.

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Una vez en su interior, se descubre una megaestructura de hierro fabricada por un conjunto de fundiciones belgas, que consta de tres pisos con cuatro tanques cada uno, siendo en total 12 tanques cuya capacidad oscila los 72.300.000 litros de agua. Están soportados por una malla de 180 columnas que se disponen a 6,10 m entre sí y el peso total del hierro empleado es de 16.800 toneladas.

Los tanques estaban formados por chapas de hierro dulce de 10 mm, que se unían con perfiles ángulos y se aseguraban con remaches. Cada tanque descansaba sobre 45 columnas, cada una de ellas compuesta por cuatro columnillas o fustes secundarios. Para lograr las articulaciones necesarias, se colocaron apoyos y vinculaciones móviles en columnas y vigas.

Finalmente, su construcción se terminó hacia 1894 y su inauguración coincidió con el nacimiento de la Avenida de Mayo. El Depósito ya ha dejado de funcionar y en la actualidad, alberga al Museo del Patrimonio Histórico, el Archivo de Planos Domiciliarios y una serie de dependencias administrativas de la empresa Agua y Saneamientos Argentinos.

Fuente:
- Una obra única en el continente, El palacio y su arquitectura, Agua y Saneamientos Argentinos S.A.
- Jorge Tartarini, El Palacio de las Aguas Corrientes, Revista Hábitat N°68, 2012.
- Jorge Tartarini, El Palacio de las Aguas Corrientes: de Gran Depósito Distribuidor a Monumento Histórico Nacional, Agua y Saneamientos Argentinos S.A, Dirección de Relaciones Institucionales, Programa Fuente Abierta, AYSA Editoriales, 2017.

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Sobre este autor/a
Cita: Agustina Iñiguez. "El Palacio de Aguas Corrientes en Buenos Aires: entre la higiene, el arte y la técnica" 23 mar 2022. ArchDaily en Español. Accedido el . <https://www.archdaily.cl/cl/978850/el-palacio-de-aguas-corrientes-en-buenos-aires-entre-la-higiene-el-arte-y-la-tecnica> ISSN 0719-8914

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